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viernes, 28 de noviembre de 2014

El matadero ilustrado-Esteban Echeverría

Trata de los unitarios y federales, transcurre en el tiempo de cuaresma, en ese tiempo faltaba carne y llovió mucho que causó que los caminos se inundarán, “el fin del mundo está por venir” dijeron y los unitarios empezaron a tener miedo.
El matadero estuvo 15 días sin ver una vaca muerta por la inundación, los pobres, niños y enfermos se alimentaban con huevos y gallinas, que luego se pusieron caros porque no se podía comer carne. Al decimosexto día entraron 15 novillos al matadero que era escaso porque la gente estaba acostumbrada a consumir entre 250 a 300 novillos, el 1er novillo muerto se lo regalaron al Restaurador y despues quedo por matar un toro que no lo podian atrapar, en un momento el lazo degollo a un ñino, los jinetes no lo vieron y siguieron en busca del toro.
Finalmente el toro regreso al matadero, y Matasiete lo degolló. En un momento apareció un unitario, matasiete quiso degollarlo, pero el juez dió la orden de llevarlo ala casilla, cuando estaban allí lo ataron ala mesa y ordenaron que le quiten la ropa, y el unitario no lo soportó y empezó a sangrar por la naríz y la boca, los federales dijeron que sólo quisieron hecerle una broma.

domingo, 2 de noviembre de 2014

El matadero ilustrado - Esteban Echeverria

EL MATADERO ILUSTRADO
Gobernaba Rosas y había una guerra entre unitarios y federales, a esto se le sumaria  que Buenos Aires atravesaba la época de cuaresma;  tiempo en el que la carne escaseaba porque la iglesia ordenaba vigilia y abstinencia. A demás una copiosa lluvia no cesaba, lo que ocasionó una inundación. Usualmente durante esta época llegaba una cantidad determinada de novillos al matadero; carne que era usada para alimentar a niños, enfermos, ancianos y por supuesto a los herejotes, pero por la lluvia el rio desbordo y las calles se inundaron por lo que fue imposible traer el ganado.
Gracias a esto el pollo, los huevos y el pescado subieron de precio. Cuando el gobierno se puso al tanto de la situación trajeron al matadero 50 novillos; todos se reunieron en el matadero para presenciar la matanza.
El primer novillo fue regalado enterito al restaurador (Rosas) muy amigo del asado. Continuo la matanza y en un cuarto de hora 49 novillos estaban muertos, ese espectáculo reunía todo lo inmundo y desagradable de la clase proletaria del Rio de la Plata.
La figura más prominente era el carnicero y a sus espaldas muchachos, mulatas y negras achureras, chuya fealdad sobrepasaba a alas arpías de las fabulas.
Todos esperando un trozo de carne.
En fin; la escena era para verla.
Un animal había quedado en el fondo, tenia apariencia de toro y novillo. Le llego la hora y lo enlazaron por las astas. Bramaba echando espuma furioso y no había demonio que lo hiciera salir del barro.
Las exclamaciones y gritos hicieron que el toro escapara, ya que quien lo sujetaba tenia la cuerda floja. El lazo crujió en el aire, al mismo tiempo se vio rodar la cabeza de un niño.
Una parte de los espectadores se abalanzaron sobre el cadáver del niño; y la otra que parte compuesta por jinetes que no vieron la catástrofe siguieron al toro, el cual tomo por la ciudad por una larga y angosta calle. Cierto ingles que andaba de vuelta de su saladero no oyó el tropel de jinetes ni la gritería, sino cuando el toro paso a su lado haciendo que el caballo en el que el iba diera un brinco tirándolo al lodo; cuando por allí pasaron los jinetes solo se burlaron.
El animal después de haber corrido 20 cuadras se metió en una tranquera de una quinta donde hallo su perdición, pues sus perseguidores en una hora lograron llevarlo nuevamente al matadero.
Matasiete (el carnicero) le corto el garrón de una cuchillada hundiéndosela hasta el cabo y el animal cayo.
Cuando concluyo la matanza, un carnicero exclamo haber visto un unitario, porque tenía la patilla en forma de “U”, Matasiete fue a su encuentro, lo tiro en el piso y le pasaba la daga por el cuello mientras los demás decían:
-¡viva Matasiete!
-¡mueran los unitarios!
y diciendo esto lo llevaron a la sala de la casilla donde tenían en el centro una mea fornida que a demás de ser usada para juegos, era utilizada para torturas y ejecuciones, también había una silla especial, era la silla del juez.
Todos proponían formas de torturas hasta que este llego y quedo un silencio en la habitación.

El unitario estaba enfermo de cólera, temblaba y estaba pálido. Tras torturas, chistes y sarcasmos por parte del juez  y los sayones el unitario reventó de rabia e impotencia como el toro.

domingo, 24 de agosto de 2014

El Matadero- Esteban Echeverría


Transcurrían los años 183… época del gobierno de Rosas en Buenos Aires, que se encontraba en tiempo cuaresmal lo cual implicaba la abstinencia de carne de la población por orden de la Iglesia. Los abastecedores de carne solo llevaban al matadero del Alto o Convalecencia los novillos necesarios para el sustento de los niños y enfermos. Pero sucedió, en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa que inundó la provincia de Buenos Aires dejando como consecuencia la ciudad rebosada de barro; y un desborde del Riachuelo de Barracas y del Rio de la Plata impidió que el matadero se abasteciera por 15 días, es decir, sin ver ni una cabeza vacuna, lo que ocasionó que los niños, enfermos y ancianos se alimentarán con huevos y gallinas que subieron drásticamente sus precios de compras, y más aún después de la muerte de varios gringos herejes.
La Iglesia y el católico Restaurador, culpaban de la insaciable lluvia a los infames unitarios, ya que ellos, según los creyentes federales, se burlaban de la Iglesia y de sus santos ocasionando que mediante esa terrible lluvia e inundación llegaría el día del juicio final, suceso que no sucedió, ya que poco a poco la lluvia calmó y la inundación se fue escurriendo.
Al saciar la lluvia, el décimo sexto día de la carestía, el Restaurador mandó al matadero del Alto, ubicado en una playa rectangular con zanjas por donde pasaba el agua para retirar toda la sangraza y en un extremo una casilla donde se hacía la recaudación delos impuestos, una tropa de 50 novios gordos, poca cosa para una población acostumbrada a consumir diariamente de 250 a 30.
Esta noticia llegó a oídos de toda la población: negras, achuradores, carniceros y curiosos quienes recibieron a estos novillos con palmas y vociferaciones, como “Viva la federación”, “Viva el Restaurador”, “Viva el restaurador y heroína doña Encarnación Ezcurra” (esposa difunta del Restaurador, venerada por los carniceros por su heroísmo contra Balcarce-Unitario)
Al llegar los novillos al matadero, fueron recibidos por el Juez del Matadero, caudillo de los carniceros que ejercía la suma del poder en esa pequeña zona brindada por el Restaurador.
El primer novillo que se mató fue regalado completo al Restaurador, que lo tomó agradecido aunque no tuvo en cuenta la época de cuaresma, cosa que él, como buen católico estaba desobedeciendo de la misma forma que la Iglesia.
Mientras pasaban las horas la escena del matadero era más inmune y grotesca, acompañada de imágenes de carniceros llenos de sangre y con cuchillo en mano desollando los 48 novillos que ya se habían muerto, y detrás de ellos, gauchos cabalgando junto a Matasiete, y las negras achureras que robaban las tripas y restos de lo que dejaban los carniceros, junto a insultos hacia los Unitarios y peleas entre jóvenes por trozos de carne.
Al estar muerto los 49 novillos en total y quedando solo uno en el matadero, los federales se dieron cuenta de que habían sido engañados, porque el restante no era nada menos que un toro enfurecido. Tras este hecho fue llamado Matasiete para matar tal bestia, pero el toro embravecido escapó con tal fuerza que por un movimiento realizado por el animal, un niño, que se encontraba en un caballo de madera, fue degollado con el lazo de uno de los gauchos.
Al atraparlo nuevamente al toro, fue enlazado y muerto por Matasiete que era alabada y proclamado por la chusma del matadero.
Ya desollado el toro y por la escases de alimentos que existía, su carne fue dada a los que quedaban en el matadero sin importar que fuese carne de ese animal, pero antes de que todos se retiraran la voz de un carnicero advirtió que se acercaba un joven Unitario, incitando la violencia a la chusma y a Matasiete, quien sin decir palabra alguna tomó al joven y quiso matarlo, pero fue detenido por el Juez del Matadero quien adulado por la chusma lo trasladó a una casilla que formaba parte del lugar.
Estando ya que el unitario allí, comenzó a humillarlo y torturarlo solo porque era unitario. El joven al no aguantar aquellas infames humillaciones, por su boca comenzó a brotar un rio de sangre, de tal forma de que había explotado de rabia por lo sucedido.
Al terminar tales hazañas los “honrados” federales habían dado fin a una de sus innumerables proezas, ya que torturaban a cualquier hombre decente y de corazón bien puesto solo por ser diferente a ellos.