domingo, 2 de noviembre de 2014

El matadero ilustrado - Esteban Echeverria

EL MATADERO ILUSTRADO
Gobernaba Rosas y había una guerra entre unitarios y federales, a esto se le sumaria  que Buenos Aires atravesaba la época de cuaresma;  tiempo en el que la carne escaseaba porque la iglesia ordenaba vigilia y abstinencia. A demás una copiosa lluvia no cesaba, lo que ocasionó una inundación. Usualmente durante esta época llegaba una cantidad determinada de novillos al matadero; carne que era usada para alimentar a niños, enfermos, ancianos y por supuesto a los herejotes, pero por la lluvia el rio desbordo y las calles se inundaron por lo que fue imposible traer el ganado.
Gracias a esto el pollo, los huevos y el pescado subieron de precio. Cuando el gobierno se puso al tanto de la situación trajeron al matadero 50 novillos; todos se reunieron en el matadero para presenciar la matanza.
El primer novillo fue regalado enterito al restaurador (Rosas) muy amigo del asado. Continuo la matanza y en un cuarto de hora 49 novillos estaban muertos, ese espectáculo reunía todo lo inmundo y desagradable de la clase proletaria del Rio de la Plata.
La figura más prominente era el carnicero y a sus espaldas muchachos, mulatas y negras achureras, chuya fealdad sobrepasaba a alas arpías de las fabulas.
Todos esperando un trozo de carne.
En fin; la escena era para verla.
Un animal había quedado en el fondo, tenia apariencia de toro y novillo. Le llego la hora y lo enlazaron por las astas. Bramaba echando espuma furioso y no había demonio que lo hiciera salir del barro.
Las exclamaciones y gritos hicieron que el toro escapara, ya que quien lo sujetaba tenia la cuerda floja. El lazo crujió en el aire, al mismo tiempo se vio rodar la cabeza de un niño.
Una parte de los espectadores se abalanzaron sobre el cadáver del niño; y la otra que parte compuesta por jinetes que no vieron la catástrofe siguieron al toro, el cual tomo por la ciudad por una larga y angosta calle. Cierto ingles que andaba de vuelta de su saladero no oyó el tropel de jinetes ni la gritería, sino cuando el toro paso a su lado haciendo que el caballo en el que el iba diera un brinco tirándolo al lodo; cuando por allí pasaron los jinetes solo se burlaron.
El animal después de haber corrido 20 cuadras se metió en una tranquera de una quinta donde hallo su perdición, pues sus perseguidores en una hora lograron llevarlo nuevamente al matadero.
Matasiete (el carnicero) le corto el garrón de una cuchillada hundiéndosela hasta el cabo y el animal cayo.
Cuando concluyo la matanza, un carnicero exclamo haber visto un unitario, porque tenía la patilla en forma de “U”, Matasiete fue a su encuentro, lo tiro en el piso y le pasaba la daga por el cuello mientras los demás decían:
-¡viva Matasiete!
-¡mueran los unitarios!
y diciendo esto lo llevaron a la sala de la casilla donde tenían en el centro una mea fornida que a demás de ser usada para juegos, era utilizada para torturas y ejecuciones, también había una silla especial, era la silla del juez.
Todos proponían formas de torturas hasta que este llego y quedo un silencio en la habitación.

El unitario estaba enfermo de cólera, temblaba y estaba pálido. Tras torturas, chistes y sarcasmos por parte del juez  y los sayones el unitario reventó de rabia e impotencia como el toro.

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