EL
MATADERO ILUSTRADO
Gobernaba Rosas y había una
guerra entre unitarios y federales, a esto se le sumaria que Buenos Aires atravesaba la época de
cuaresma; tiempo en el que la carne
escaseaba porque la iglesia ordenaba vigilia y abstinencia. A demás una copiosa
lluvia no cesaba, lo que ocasionó una inundación. Usualmente durante esta época
llegaba una cantidad determinada de novillos al matadero; carne que era usada
para alimentar a niños, enfermos, ancianos y por supuesto a los herejotes, pero
por la lluvia el rio desbordo y las calles se inundaron por lo que fue imposible
traer el ganado.
Gracias a esto el pollo, los
huevos y el pescado subieron de precio. Cuando el gobierno se puso al tanto de
la situación trajeron al matadero 50 novillos; todos se reunieron en el
matadero para presenciar la matanza.
El primer novillo fue regalado
enterito al restaurador (Rosas) muy amigo del asado. Continuo la matanza y en
un cuarto de hora 49 novillos estaban muertos, ese espectáculo reunía todo lo
inmundo y desagradable de la clase proletaria del Rio de la Plata.
La figura más prominente era el
carnicero y a sus espaldas muchachos, mulatas y negras achureras, chuya fealdad
sobrepasaba a alas arpías de las fabulas.
Todos esperando un trozo de carne.
En fin; la escena era para verla.
Un animal había quedado en el
fondo, tenia apariencia de toro y novillo. Le llego la hora y lo enlazaron por
las astas. Bramaba echando espuma furioso y no había demonio que lo hiciera
salir del barro.
Las exclamaciones y gritos
hicieron que el toro escapara, ya que quien lo sujetaba tenia la cuerda floja. El
lazo crujió en el aire, al mismo tiempo se vio rodar la cabeza de un niño.
Una parte de los espectadores se abalanzaron
sobre el cadáver del niño; y la otra que parte compuesta por jinetes que no
vieron la catástrofe siguieron al toro, el cual tomo por la ciudad por una
larga y angosta calle. Cierto ingles que andaba de vuelta de su saladero no oyó
el tropel de jinetes ni la gritería, sino cuando el toro paso a su lado
haciendo que el caballo en el que el iba diera un brinco tirándolo al lodo;
cuando por allí pasaron los jinetes solo se burlaron.
El animal después de haber
corrido 20 cuadras se metió en una tranquera de una quinta donde hallo su perdición,
pues sus perseguidores en una hora lograron llevarlo nuevamente al matadero.
Matasiete (el carnicero) le corto
el garrón de una cuchillada hundiéndosela hasta el cabo y el animal cayo.
Cuando concluyo la matanza, un
carnicero exclamo haber visto un unitario, porque tenía la patilla en forma de “U”,
Matasiete fue a su encuentro, lo tiro en el piso y le pasaba la daga por el
cuello mientras los demás decían:
-¡viva Matasiete!
-¡mueran los unitarios!
y diciendo esto lo llevaron a la
sala de la casilla donde tenían en el centro una mea fornida que a demás de ser
usada para juegos, era utilizada para torturas y ejecuciones, también había una
silla especial, era la silla del juez.
Todos proponían formas de
torturas hasta que este llego y quedo un silencio en la habitación.
El unitario estaba enfermo de cólera,
temblaba y estaba pálido. Tras torturas, chistes y sarcasmos por parte del juez
y los sayones el unitario reventó de
rabia e impotencia como el toro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario