Esta historia se trata de un leñador muy pobre que tenía tres hijas,
cada mañana iba a cortar leña al bosque, para venderla y así mantener a sus hijas. Una mañana el leñador encontró un
árbol grande y viejo, sin pensarlo empezó a darle hachazos hasta que el golpe sonó
hueco y el hacha le salto de las manos.
Al momento se oyó un grito terrible, después se abrió el agujeró y salió
un gigante furioso ¿Quién es el osado que rompe mi casa, me despierta de mi
sueños y me corta con un hacha? Dijo el gigante.
El hombre le suplico que no le hiciera daño y el gigante le dice, pues
si quieres recuperar el hacha tendrás que decirle a tu hija mayor que venga a buscarla. El leñador le conto a sus hijas lo que había sucedió, la hija mayor era
muy interesada le pidió que la lleve con el gigante.
El
gigante le ofrece comida. Una oreja cruda y peluda la muchacha dice ni loca voy
a comer una oreja la agarro y la tiro al
granero. Cuando llega el gigante ve el plato vacio y le pregunta a la muchacha
si comió bien y ella le respondió ¡si señor!
El gigante
grita orejita ¿Dónde estás? La oreja le
contesta aquí, en medio de granero. Entonces el gigante furioso la llevo a
rastras por un largo pasillo la entro al cuarto del fondo y le corto la cabeza
con el hacha. Lo mismo le sucedió a la hija del medio, al otro día, el leñador
se presento con la tercera hija, a la muchacha le gustaba coser y el gigante le
dejo aquí hay mucho que coser y yo le daré a tu padre tres moneda de oro.
El gigante le ofrece comida a la
muchacha y ella dice cómo voy a comer una oreja. La muchacha
agarro la oreja y la escondió debajo del vestido.
Llego el gigante y dijo
orejita donde estas la oreja le responde, aquí mi amor bien calentita en su
pancita. El gigante muy contento le entrego las llaves de la casa a la pequeña
y le dijo no abras el cuartó del fondo.
La muchacha preocupada por su hermana entro al cuarto prohibido y vio
la cabeza cortada de sus hermana como a
ella le gustaba coser, cosió la cabeza con el cuerpo y le hecho agua que había
en un tarro con auguento, enseguida las dos muchachas despertaron. Salieron
corriendo con el hacha y el tarro de
auguento y algún collar se escondieron detrás del tronco.
Cuando el gigante entro al
árbol, lanzaron la oreja y le echaron ungüento y el tronco del árbol nunca
volvió a abrirse.
Las
tres hermanas se fueron felices, y allí se quedo el gigante para siempre.
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