jueves, 4 de diciembre de 2014

El cuarto prohibido

Esta historia se trata de un leñador muy pobre que tenía tres hijas, cada mañana iba a cortar leña al bosque, para venderla y así mantener a sus hijas.  Una mañana el leñador encontró un árbol grande y viejo, sin pensarlo empezó a darle hachazos hasta que el golpe sonó hueco y el hacha le salto de las manos.                                                                                                               
  Al momento se oyó un grito terrible, después se abrió el agujeró y salió un gigante furioso ¿Quién es el osado que rompe mi casa, me despierta de mi sueños y me corta con un hacha? Dijo el gigante.            
 El hombre le suplico que no le hiciera daño y el gigante le dice, pues si quieres recuperar el hacha tendrás que decirle a tu hija mayor que venga a buscarla.                                                      El leñador le conto a sus hijas lo que había sucedió, la hija mayor era muy interesada le pidió que la lleve con el gigante.    
  El gigante le ofrece comida. Una oreja cruda y peluda la muchacha dice ni loca voy a comer una oreja  la agarro y la tiro al granero. Cuando llega el gigante ve el plato vacio y le pregunta a la muchacha si comió bien y ella le respondió ¡si señor! 
 El gigante grita orejita ¿Dónde estás?   La oreja le contesta aquí, en medio de granero. Entonces el gigante furioso la llevo a rastras por un largo pasillo la entro al cuarto del fondo y le corto la cabeza con el hacha. Lo mismo le sucedió a la hija del medio, al otro día, el leñador se presento con la tercera hija, a la muchacha le gustaba coser y el gigante le dejo aquí hay mucho que coser y yo le daré a tu padre tres moneda de oro.                                        
 El gigante le ofrece comida a la muchacha  y ella  dice cómo voy a comer una oreja. La muchacha agarro la oreja y la escondió debajo del vestido.              
 Llego el gigante y dijo orejita donde estas la oreja le responde, aquí mi amor bien calentita en su pancita. El gigante muy contento le entrego las llaves de la casa a la pequeña y le dijo no abras el cuartó del fondo.

La muchacha preocupada por su hermana entro al cuarto prohibido y vio la cabeza  cortada de sus hermana como a ella le gustaba coser, cosió la cabeza con el cuerpo y le hecho agua que había en un tarro con auguento, enseguida las dos muchachas despertaron. Salieron corriendo con el hacha  y el tarro de auguento y algún collar se escondieron detrás del tronco.  
 Cuando el gigante entro al árbol, lanzaron la oreja y le echaron ungüento y el tronco del árbol nunca volvió a abrirse. 
  Las tres hermanas se fueron felices, y allí se quedo el gigante para siempre.

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